El coraje iluminó el viejo mundo con la nueva luz.

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lunes, 4 de febrero de 2013

Son como niños.



Son como niños.
  Cada día que pasa me molestan más algunas de las declaraciones de algunos de nuestros políticos, porque en lugar de contestar a lo que se les pregunta, hablan para criticar al partido rival, en lugar de justificar su actuación, que es lo que se les ha pedido. Es el “y tú más” de los niños.

  La diferencia es que los niños no cobran un salario del Estado, la Autonomía o el Ayuntamiento del turno, ni se les ha puesto en ningún cargo para gestionar lo público. Y es por ello que esas niñerías de nuestros políticos, propias de personas inmaduras o sin cultura, no deberían ser consentidas.

  ¿Alguien se puede imaginar a un equipo directivo, delante de los accionistas que les nombraron para mejorar la mala gestión de los anteriores, justificarse diciendo “Sí, nosotros somos malos, pero los anteriores peores, así que no se quejen”?

  ¿O qué se contrate a un albañil para arreglar el destrozo que le hizo el anterior en el bidet, este segundo le rompa la bañera y no quiera asumir responsabilidad alguna porque “Es que el anterior era todavía peor”?. ¿Se le consentiría?

  ¿O un opositor al que se le pregunte por el reinado de Felipe II y conteste que “Sí, usted me pregunta por Felipe II, pero no dice nada de Isabel de Castilla. Ella sí que tuvo un reinado complicado...”, y le cuente al tribunal la vida de la reina católica en lugar de lo que le han preguntado? ¿Alguien cree que le aprobarían?

  Parece que, tanto unos como otros, trabajan más para el partido que para la ciudadanía (lo que antes llamábamos el pueblo, y que ahora han rebautizado porque alguien ha debido decidir que suena mejor). Y cada vez vemos más y más asesores que nadie sabe a qué se dedican. En esa labor de transparencia que dicen estar acometiendo, estaría bien que se creara un apartado en la web de cada institución donde se pudiera consultar las tareas realizas día a día por todas estas personas. Seguro que así contribuirían a mejorar un poco su imagen, y la gente dejaría de pensar que están ahí por ser familia de quién son o conocidos de alguien, o miembros de las juventudes del partido. Y sobre todo, dejarían de pensar que trabajan más por su carrera política que por gestionar las tareas que les han sido encomendadas.

  Cuestión aparte es el empeño por mantenerse en el sillón, sin vergüenza alguna cuando día tras día se les ve que el cargo les viene grande. Tendremos miedo al ridículo para hablar idiomas, pero ninguno a hacerlo ante los micrófonos de los parlamentos o la prensa. Aquí no dimite ni uno de nuestros Altos Cargos (o altas cargas). Igual que en países como Japón o Alemania, donde el Ministro de Defensa, Karl-Theodor zu Guttenberg, dimitió avergonzado al descubrirse que plagió parte de su tesis doctoral hace años, pese a ser uno de los Ministros más valorados. ¿Imagina alguien algo si quiera parecido en un país como España?. Si esto fuera Japón, ya hubiéramos visto más de un harakiri. Aquí, se van a puestos de dirección de alguna gran empresa.

  Cada vez pienso más que debería haber menos políticos y más gestores. Más profesionales, funcionarios o de la empresa privada, elegidos por su formación y experiencia y no por su ideología. ¿Qué más me da a mí lo que opine el Ministro de Economía de la libertad religiosa, el matrimonio homosexual o la concesión del Nobel de Literatura?. Que se dedique a gestionar su cartera y se guarde su opinión para su vida privada.

  En definitiva: deberíamos exigir menos política y más gestión. Perdieron la inocencia hace muchísimos años, pero en algunos de sus comportamientos, parece que son como niños.


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