El coraje iluminó el viejo mundo con la nueva luz.

El coraje iluminó el viejo mundo con la nueva luz.

viernes, 28 de diciembre de 2012

¿A quién votarán?.

    Cuando uno escucha a los políticos se da cuenta de que todos ellos, o al menos los de los partidos más importantes, centran su discurso en la protección de los más débiles y de las clases sociales mayoritarias. En el caso de un país como España, parece que todos apoyan a la clases media y baja.

    Todos consideran importante mantener unos servicios públicos gratuitos y de calidad. Todos apuestan por un sistema de salud gratuito para todos y con todos los medios a su alcance. Nos dicen que se vuelcan con una enseñanza pública sin discriminaciones y de alcance universal independientemente de sus rentas económicas. Insisten en que entre sus prioridades están las de dotar al país ( o comunidad o ayuntamiento o barrio...) de las mejores infraestructuras de transporte, deportivas o culturales, por supuesto gratuitas o ampliamente subvencionadas por el Gobierno, ya sea Estatal, Autonómico o Local.

    Esto, claro está, es lo que dicen. Distinto, en algunos casos, es lo que hacen. Porque, claro, alguien podría pensar que actúan para unas minorías pero que hablan para otras mayorías diferentes, con la intención de captar el voto de esa gente poco preocupada por ahondar un poco más en el resultado de las políticas aplicadas y que es fiel a "su partido", que le sigue diciendo lo que quiere oír. Aunque esto sería pensar que los políticos están, cuando menos, no contando toda la verdad. ¿Políticos tratando de engañar al pueblo?. ¿Será eso posible?. ¿Usted que opina?.

    Porque si pensamos que esto no es así, me entra una duda. ¿A quién votará ese no tan pequeño sector de la población que no está de acuerdo con estas políticas?. Ese casi 20% de personas que,  según datos del Ministerio de Educación, llevan a sus hijos a colegios privados en ciudades como Madrid, y casi el 50% si les sumamos los privados concertados. Los usuarios de sanidad privada, los que tienen gimnasio en casa o pagan uno privado y no utilizan los públicos. Los que tienen piscina en su comunidad y no acuden a las municipales. Los que no pisan la biblioteca del barrio porque no necesitan que les presten lo que quieren leer (suponiendo que lean). Los que no acuden a las escuelas municipales de música porque sus hijos tienen profesores particulares y usan el piano del salón.

    A alguno de los miembros de este colectivo les he oído decir que porqué tienen que contribuir ellos con sus impuestos a sufragar estos servicios para el resto de la población cuando ellos se pagan de su bolsillo sus actividades.

   No entro a discutir si tienen o no razón en su poco solidario planteamiento, pero entonces ahondo en mi duda. Según lo que piensan, ningún partido político les representa, porque ninguno apoya claramente estas políticas en ningún medio de comunicación ni mitin partidista. A no ser que ellos sepan que aunque digan que tomarán unas medidas al final tomarán las contrarias. Y que también sepan que para que ese 10-15% de la población económicamente muy desahogado pueda gobernar, necesitan convencer a buena parte del resto para que les den su voto. Y para eso, es fundamental que no tengan demasiada cultura para poderles engañar haciéndoles creer que forman parte de esa élite, no vaya a ser que les dé por leer más de la cuenta y descubran el pastel.

   Porque si no es así, sigo teniendo la misma duda: ¿a quién votarán?.







jueves, 4 de octubre de 2012

Expertos columnistas.


   Cada vez aparecen por los distintos medios de comunicación más y más tertulianos que se creen con los conocimientos suficientes para hablar de todo, lo que hace que no sientan vergüenza a la hora de decir auténticas barbaridades.

  Una de ellas la leí hace poco al respecto de las jornadas laborales, las vacaciones y las pagas extra. El “experto columnista” no entiende cómo puede la gente pensar en cobrar pagas extras por no hacer más que su trabajo o cómo pretenden cobrar por estar un mes de vacaciones y cobrar por ello, supongo que porque piensa sólo en quién escribe de vez en cuando en algún medio o asiste a alguna tertulia y cobra sólo cuando lo hace.  No sé si es por su falta de conocimientos o lo hace de mala fe, pero para sacarle de su desconocimiento, intentaré explicar por qué esto funciona así.

   Imaginemos un “experto columnista” que cobra por cada artículo que entrega. Digamos que entrega uno al día. Día que no escribe, día que no cobra. Ahora supongamos que el medio en cuestión necesita asegurarse una serie de artículos fijos cada semana, y propone a algunos de los mejores un contrato para que escriba uno diariamente de manera fija, y en lugar de pagarle por cada uno de ellos, le pagará al final de cada mes y el importe se actualizará anualmente con el IPC.
   
   Al cabo del tiempo, el “experto columnista” ve que tiene muchos seguidores, y le pide un aumento a su jefe. Llegan a un acuerdo, pero deciden no pagarle ese aumento cada mes, sino pagarle el doble, digamos, cada seis meses. Acaba de nacer la paga extra.

  Pero el “experto columnista”, al cabo de los meses, se considera mal pagado, y exige otra mejora en su salario. La empresa no se lo puede permitir, pero le propone otra posibilidad: le dejará estar un mes sin escribir y le pagará como si lo hubiera hecho, algo que acepta nuestro protagonista porque ya empieza a sentirse un poco cansado y piensa que le vendrá bien parar de trabajar una vez al año. Acaban de nacer las vacaciones pagadas.

  Al cabo de los años, la empresa pasa por un pequeño bache y no puede actualizar la paga mensual con el IPC. Habla con el “experto columnista” y llegan al acuerdo de que a cambio de ese incremento, se puede coger algunos días libres sueltos al año en los que no tendrá necesidad de entregar artículo alguno. Y además, como agradecimiento a su fidelidad, le daría uno más cada quinquenio. La subida económica no se recuperaría nunca, pero a cambio le mantendría los días libres. Acaban de nacer los días de libre disposición.

  Entre tanto, los accionistas, hartos de que cada nueva junta directiva que llega coloque a conocidos “de su cuerda” dispuestos a hacer lo que les manden, fuera o no bueno para la empresa, y a cambio eche a buenos trabajadores que no hacían lo que ellos querían, decidió hacer fijos a estos buenos empleados y protegerles con una buena indemnización en caso de despido improcedente o, simplemente, no contemplar su despido si no es por causas muy bien especificadas. Así se asegurarían de que los nuevos directivos estuvieran controlados para que no pudieran hacer nada que fuera contra los principios de la entidad y, además, los trabajadores se sentirían libres para expresar su opinión y negarse a hacer esas tareas impropias. Y cada trabajador que ingresara en la empresa a partir de ese momento, lo haría en un proceso abierto a todo aquel que quisiera presentarse,  y entrarían los mejores bajo los principios de igualdad, mérito y capacidad. Y además, reservarían algunas plazas para aquellos a los que la vida se lo ha puesto un poco más difícil que al resto.

  Y así pasaron los años todos en feliz armonía. Uno escribía, hacía bien su trabajo, cobraba puntualmente y se sentía satisfecho con su vida y la empresa funcionaba correctamente dando un buen servicio a la sociedad. Y no solo eso: a nuestro amigo se le sumaron otros trabajadores también dispuestos a perder algo de poder adquisitivo a cambio de tener una cierta estabilidad en su empleo y más tiempo libre que poder dedicar a su familia, a sus hobbies o, simplemente, a descansar.

  Pero en un determinado momento cambiaron los jefes y llegaron nuevos accionistas a mandar en la empresa. Votaron y cambiaron toda la junta directiva. Y decidieron contratar a un “experto auditor economista” para que “optimizara los procesos” y mejorara las “cuentas de resultados”.

  Este experto cobraría por cada informe que redactara y le supusiera un ahorro a la empresa. Y descubrió el contrato del “experto columnista”. Y, claro, no entendió como este señor estaba cobrando incluso meses que no trabajaba. Y además, tenía dos pagas extras al año, sólo por hacer su trabajo. Y no era eso todo: además, había días en los que, porque a él le parecía bien, no aparecía por el trabajo. Y encima les había puesto un nombre graciosillo como “puente”, “moscoso”, “canoso” o algo así. Y lo que era peor: había muchos más trabajadores como él.

   Este nuevo “iluminado” fue con el informe a sus jefes, entre los cuales había alguno que conocía perfectamente el origen de todos estos “privilegios”, pero que se calló astutamente pensando en el incremento en “bonus” que esto le iba a suponer. Y el “experto en marketing” tuvo una idea genial: nos callamos el porqué los tienen, y hacemos una campaña comparándolos con los de las empresas anunciantes, que son los que finalmente pagan los sueldos al pagar por la publicidad, y así conseguiremos que se revolucionen y presionen a sus dueños para que nos presionen a nosotros para que les quiten esos privilegios porque “los pagan ellos con lo que les quitan de la nómina”. Y como saben del nivel cultural, inteligencia y envidia que existe entre “la masa”, seguro que se dejarán el alma para que se los quiten, en lugar de reclamar por tenerlos ellos.

   Y ahora yo le preguntaría a nuestro “experto columnista” qué le parece la opinión del “iluminado” recién llegado. Supongo que lo mismo que les parece la suya a millones de trabajadores.

  Quizá uno de los problemas de este mundo no es que sobren las vacaciones pagadas. Quizá es que sobra tanto “experto columnista”.


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jueves, 6 de septiembre de 2012

Récord negativo de la banquisa del Ártico.


Extensión de la banquisa del Ártico.
  Esta entrada se escribió el 24 de agosto de 2012. Ese día, se superó el mínimo histórico de extensión de la banquisa del Ártico, que databa de 2007 con 4.254.531 km², con un dato de 4.209.219 km². Y aún quedan algunos días más de deshielo para alcanzar el mínimo, que suele darse entre la segunda y la tercera semana de septiembre, aunque, en mi opinión, tendremos un mínimo temprano debido a la latitud del hielo perdido, que será de rápida recuperación por el acortamiento de los días y la mayor inclinación solar, que reducen la insolación.

  Pero el problema está ahí: en los últimos años está disminuyendo la extensión y el área de la banquisa, así como el grosor del hielo que resiste, con cada vez menos hielo plurianual, lo que, de continuar la tendencia, como todo parece apuntar, no tardaremos muchos años en ver el Ártico libre de hielo en verano, o con mínima extensión. Y detrás vendrá Groenlandia, la mayor reserva de agua dulce del mundo, con hielo sobre tierra, no sobre el agua como ocurre en la banquisa, lo que producirá aumento del nivel del mar, a diferencia del deshielo ártico. En qué medida y cuánto afectará eso a la fauna y flora del planeta, es otra discusión distinta.

  Los efectos que esto tendrá sobre el clima también son fuente de debate, e incluso de discusión acalorada en algunos ámbitos por la cada vez más habitual costumbre de politizar todo. Pero parece claro que tendrá consecuencias.

  Aunque hay que matizar ciertos comentarios que se oyen en determinadas tertulias. Con esto del calentamiento global NO nos vamos a cargar el planeta, que seguirá dando vueltas por aquí durante muchísimos años. Lo que nos vamos a cargar son las condiciones óptimas de vida de muchísimos millones de animales (incluidos los más animales de todos) en partes de este planeta. Es decir, eliminamos la posibilidad de seguir viviendo en muchas zonas de este planeta, aunque el planeta siga aquí.

  Y esto supone que habrá mucho menos espacio para la misma o más cantidad de personas. Y me río yo de los flujos migratorios vividos hasta ahora. A ver si viéndolo así cambiamos la manera frívola de tratar esto por parte de algunos, por ser educado y no decirlo de otra manera. Porque me parece muy bien que cada uno quiera acabar su vida como le parezca o vea esto como algo inevitable, pero lo que no me gusta es que esa frivolidad signifique que tengo que ver morir o vivir mucho peor a mi familia por la pasividad o negación de otros. Y cuando hablo de familia me refiero a parientes de primer grado de consanguinidad y a primos lejanos de India o Indonesia, puesto que, no nos olvidemos, todos descendemos de antepasados comunes, vivieran hace 100 o hace 100.000.000 de años. Basta ya de politizar todo o de posicionarnos en un bando y defenderlo a muerte con la mente cerrada a todo lo que parezca contradecir nuestra postura. Algunos parecen (o parecemos, que igual yo tampoco veo todo y no lo sé) forofos de un equipo de fútbol y somos incapaces de reconocer que el otro equipo tiene argumentos para demostrar que estamos equivocados en nuestra manera de ver el desarrollo del partido. Ya solo el hecho de que haya "equipos" me parece nefasto y nada científico. Reconocer que estaba equivocado es reconocer que hoy se sabe más que ayer.

  Así que, dicho todo esto, me reitero en lo escrito hace más de un año: sea por el motivo que sea ese cambio, CO2, mayor actividad solar, ciclo normal del clima. . ¿Tanto nos cuesta tener un comportamiento menos agresivo con el Medio Ambiente?. Puede que no sirva para nada. Pero también puede que sí. Y es gratis en lo económico y muy rentable en lo moral (incluso algunas costumbres, también en lo económico: ¿alguien se ha fijado en la diferencia de consumo entre circular a 90km/h y a 120km/h?. Y el paisaje se ve de otra manera…).

  Esperemos que la tendencia revierta y no tengamos que hablar de nuevo del récord negativo de la banquisa del Ártico.


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miércoles, 5 de septiembre de 2012

Realmente, ¿es lo que queremos?


Hace unos días se han anunciado unas medidas que, en mi opinión, son un cañonazo a la altura de la línea de flotación del sector público. Porque estas medidas son mucho más que un recorte del sueldo de los trabajadores públicos o un empeoramiento de sus condiciones laborales, que también. Son toda una declaración de intenciones acerca de cómo ha de ser el sector público de este país, muy en sintonía con la idea liberal de que cuanto más pequeño, mejor para la economía. Parece que las encuestas muestran que hay un amplio sector de la población que piensa así, pero si se le explica un poco más, ¿seguirá pensando lo mismo? Porque "lo público" es la sanidad, la educación, la policía o los bomberos, pero también es mucho más que eso. Realmente, ¿queremos estos servicios en manos privadas?

Realmente, ¿queremos que quien decida si un municipio puede o no construir un puerto para barcos de lujo sea un técnico cualificado de Medio Ambiente, sin más interés que el bien público de sus habitantes y de los de las localidades cercanas, o queremos que sea una empresa privada?

Realmente, ¿queremos que cuando se produzca otro desastre natural como el de Lorca o El Hierro, en lugar de trabajadores públicos cualificados, científicos o administrativos, sea una empresa privada la que  encargue de gestionarlo?

Realmente, ¿queremos que cuando tengamos que hacer la declaración de la renta (que seguiremos teniendo que hacerla), en lugar de usar una aplicación gratuita realizada por TIC (Técnicos en Informática y Comunicaciones) públicos, tengamos que pagar por un software realizado por una empresa privada o volver al lápiz y la calculadora?

Realmente, ¿queremos que cuando tengamos un conflicto de cualquier tipo, tengamos que recurrir a un juez de una empresa privada para que dicte sentencia?

Realmente, ¿queremos que quien decida dónde y de qué manera se puede construir en un municipio sea un técnico público o que sea una empresa privada?

Realmente, ¿queremos que un niño tenga derecho o no a una educación de calidad en función del dinero que hayan podido ahorrar sus padres? Aún en el supuesto, como se ha leído por ahí, de que esos padres hayan trabajado lo justo toda su vida, ¿queremos que lo paguen sus hijos?

Realmente, ¿queremos que en lugar de un grupo cualificado de trabajadores, sin mayor interés que el servicio publico, decida una empresa privada dónde se construye una carretera o dónde se coloca una salida de una autopista?

Realmente, ¿queremos que quien decida a quién se le dan ayudas públicas (que se seguirán dando), quien evalúe los proyectos que las recibirán o quien realice las auditorias necesarias para ver que el dinero se ha invertido correctamente, en lugar de ser trabajadores públicos, sea una empresa privada? ¿Una empresa privada como las auditoras que dieron la máxima calificación a entidades bancarias que quebraron poco después?

Realmente, ¿queremos que nuestros transportes ferroviarios, que tan buena nota obtienen en todas las encuestas, pasen a ser gestionados por empresas privadas? Tenemos aún reciente lo ocurrido con la privatización de la compañía aérea "de bandera" y estamos viendo el resultado de esa gestión privada...

Realmente, ¿queremos que las inspecciones de trabajo la realicen profesionales públicos o queremos que las realicen empresas privadas?

Realmente, ¿queremos que los desarrollos informáticos que han puesto a nuestra administración a la cabeza de las administraciones mundiales en cuanto a trámites que se pueden realizar de forma segura por Internet  se frenen o pasen a ser realizados por empresas privadas?.

Realmente, ¿queremos que la gestión de impuestos la realicen técnicos públicos o que las realicen empresas privadas?

Realmente, ¿queremos que la adjudicación de contratos públicos esté controlada por funcionarios o queremos que estén controlados por empresas privadas?

Realmente, ¿queremos que el control de la libre competencia esté en manos privadas?

Realmente, ¿queremos que quienes nos defiendan fuera de España, en cualquier mesa de reuniones, en lugar de ser cualificados técnicos comerciales al servicio del país, sean de una empresa privada?

Realmente, ¿queremos que al Estado le defienda ante cualquier tribunal un cuerpo de abogados cualificados o que sea una empresa privada?

Realmente, ¿queremos que nuestro patrimonio cultural, museos, edificios, lugares de interés, etc,, esté en manos privadas?

Realmente, ¿queremos que quien decida quién tiene derecho a prestaciones sociales, en lugar de trabajadores públicos cualificados sea una empresa privada?

Y por último, realmente, ¿queremos que quien apruebe, controle y audite en qué se gastan el dinero nuestros políticos, en lugar de ser trabajadores públicos, sea una empresa privada?

No tengo nada contra la empresa privada, y considero que muchas de las áreas de negocio de una economía tienen que estar en sus manos, y otras pueden tener una gestión mixta, pero también considero que determinadas áreas esenciales deben estar controladas por trabajadores cualificados que puedan hacer su trabajo, que puedan elaborar informes molestos para sus superiores o que puedan negarse a realizar determinadas tareas por vulnerar las leyes vigentes sin miedo a que les bajen el sueldo o les echen a la calle por ello.

Y conociendo todas las tareas que aún están en manos públicas, me atrevo a decir que quizá haya que reorganizar la administración, que quizá sus trabajadores no estén bien repartidos ni bien aprovechados, pero que, desde luego, no sobra ninguno de ellos teniendo tanta carencia como tenemos en determinados servicios y tanta demora en la resolución de otros. 

Quizá los que faltan son buenos gestores que sepan sacar lo mejor de todos ellos en lugar de desmotivarles, desprestigiarles y cuestionarles públicamente. Quizá sea también que para acceder a esos puestos de gestión fuera necesario exigir una titulación y pasar unas pruebas tan duras como las que tiene que pasar cualquier funcionario, en libre competencia con muchos otros opositores, en las que demuestren que están capacitados para el puesto. 

Por todo ello, vuelvo a preguntar y, por favor, piénselo bien antes de contestar: realmente, ¿es lo que queremos?

lunes, 3 de septiembre de 2012

Siempre con nosotros.


Palmeras.
Cada día es más complicado moverse por el desierto en el que se ha convertido esta sociedad. Es circular por un clima hostil, donde todos somos granos de arena desplazándonos de un sitio para otro sin fijarnos en el de al lado más que para no tropezar con él y, a ser posible, no recibir demasiados impactos indeseados.

Pero para mí llegar a casa es llegar a un oasis en medio de ese desierto, donde el solo hecho de entrar me reconforta y me aísla del duro clima exterior. Y justo enfrente de mi oasis desde hace años me agrada ver unas espléndidas palmeras, que me reconfortan con su sombra, con su dulce sonido mecidas por el viento, siempre agradable, siempre suave, siempre en su justa medida y en su justo momento. Incluso cuando no las veo, me tranquiliza saber que están ahí.

Al poco tiempo nacieron dos palmeritas, a imagen y semejanza de las que ya estaban, multiplicando su efecto de felicidad en los habitantes de este lado del oasis, y han ido creciendo con una belleza y rectitud impecables, sin duda imitando a sus mayores, fijándose en ellos y guiados por ellos. Porque cuando intentas enseñar algo, aprenden de lo que te oyen decir, aprenden más de lo que te ven hacer, pero sobre todo, aprenden de cómo eres. Y cuando alguien es bueno, de él sólo se puede aprender algo bueno.

Ahora hemos dejado de ver la parte externa de una de ellas, pero queda la otra parte, la que va desde la superficie hasta muy profundo, las raíces, lo importante, que seguirá vivo aquí para siempre. Y de esa parte se nutrirá la hermosa palmera que ahí continúa, las palmeritas que están creciendo y, por supuesto, los que vivimos o visitamos de vez en cuando este remanso de paz y tranquilidad. Y nos vamos a volcar para cuidar esas raíces y su legado todo lo que podamos y más. Porque son raíces afianzadas, duras, resistentes y muy valiosas, que seguro que también desean que nos alimentemos de ellas para que pasen a ser parte de nosotros y, de esta manera, seguir viviendo por siempre en nuestro interior. Y al hacerlo, conseguiremos ser más amables, más tranquilos, más felices. Seremos mejores personas porque estará siempre con nosotros.

Siempre con nosotros.


En memoria de un gran amigo que dejó una gran huella en nuestros corazones.

domingo, 2 de septiembre de 2012

La importancia de la lectura.


    Sé que es un tema muy tratado, pero no por ello creo que se esté abordando en su justa medida. Últimamente me estoy fijando más en los correos que llegan a mi buzón, tanto personales como laborales, y también en las redacciones de algunos periodistas, y me parece que cada vez escribimos peor. Y si eso es con la escritura, de las conversaciones ya ni hablamos.

    Y creo que mucha culpa de eso lo tiene la falta de lectura. Antes se veía a mucha gente leyendo en el metro, y ahora, con los libros electrónicos, más cómodos que el papel para esas ocasiones, se sigue viendo a muchos hacerlo, pero, ¿qué ocurre si nos fijamos en su media de edad?. La mayoría de los que van leyendo superan los 30, e igual me quedo algo corto.

    La juventud de hoy, entre la que yo me encuentro de espíritu pero me temo que ya no por fecha de nacimiento, está siendo arrastrada a pasatiempos más cómodos que la lectura. Se les ve enganchados con el móvil, con la consola, los mp3, y demás aparatos tecnológicos de última generación. Y, seamos claros, eso es mucho más atractivo para ellos que un libro que ni siquiera tiene dibujos en 3D.

    El problema está en el abuso, como en casi todo. Esa afición crea adicción, y nos encontramos con chavales de 20-25 años que en su vida han leído un libro, salvo los obligatorios del colegio (si es que no se bajaron los trabajos de Internet y ni siquiera llegaron a comprárselo...). Ese colectivo, en el que por supuesto hay excepciones, no siente la más mínima atracción por esas tiendas tan raras que se llaman librerías. Y ven un libro de más de 50 páginas y les entra pánico escénico.

    Y, claro está, luego eso se refleja en su forma de escribir. No estoy reclamando que todos escribamos los informes laborales, ni mucho menos los correos más informales, como si se tratara de Hamlet o El Quijote, pero sí que al menos cumplan unos mínimos. No me refiero a erratas que todos cometemos, yo el primero, en alguna ocasión, puesto que todos somos humanos (y la “b” está tan cerca de la “v” en el teclado...). Me refiero a los estilos de redacciones enteras.

    Se nota la clara influencia de los SMS en los textos, eso de comerse letras para ahorrarse pulsos de las teclas, pero el problema va más allá. Abundan las faltas de ortografía, no ya las de palabras extrañas, sino de algunas de uso común: las “h” del verbo haber en los pretéritos perfectos (“a cantado”), las “b” y las “v”, las “d” de los participios pasados (“cantao”, “bailao”), los “pa que”, “pa cuando”, etc.

    Peor aún es el uso de los signos de puntuación. Parece que todo el mundo quiere imitar a Saramago (recuerdo lo que disfruté con su “Ensayo sobre la ceguera”, pero lo que me costó al principio coger su peculiar estilo), pero Saramago sólo hay uno. Hay párrafos de varias líneas en los que no aparece ni una coma, y, o tienes la capacidad pulmonar de un maratoniano, o puedes morir en el intento si lo lees del tirón. Y, además de esta función, una buena puntuación ayuda bastante a entender lo que se quiere decir, y evita leerse varias veces la misma frase para comprender lo que quieren decirnos.

    De acentos, mejor no hablamos, ¿verdad?. Esos, total, “como nadie los pone....”.

    Así que llega un punto en el que somos más permisivos con otros males como el “Haber” y el “A ver”, el “en base a”, “a nivel de”, “andé” y demás.

    Y sorprende más encontrarse muchos de estos errores en textos profesionales, cuando ya todas las herramientas incorporan de serie un corrector ortográfico. Y también en los medios de comunicación, que tanto influyen en la cultura popular, no ya sólo ortográficos. Por ejemplo, ¿nadie puede decirle a los periodistas que la magnitud de los terremotos no se miden en grados?. Un terremoto es de magnitud 6 ó 7 en la escala de Richter, pero no de 6 ó 7 “grados” en esa escala. Y no es “coeficiente intelectual” sino “cociente intelectual”. Los contertulios de los programas del hígado, perdón, del corazón, merecerían una entrada entera sólo para ellos, así que mejor los obviamos.

    Creo que es labor de los educadores, maestros y, sobre todo, padres, fomentar ese “vicio” desde pequeñitos, por el bien de nuestra lengua. Está demostrado que si obligas a los niños a leer, puedes conseguir el efecto contrario al deseado, pero si un niño ve leer a sus padres, lo más seguro es que salga también lector. Aunque sólo sea por efecto imitación que les llevará a descubrir el placer de un buen libro.

    Por mi parte, seguiré leyendo para intentar mejorar y corregir todos los defectos que sé que tengo. Por intentarlo, que no quede. E intentaré seguir escribiendo, porque además eso te evade de los problemas que estresan tu mente y, por un instante, te hacen desconectar de ellos. Es recomendable como terapia.

    Y ya puestos, agradecería cualquier comentario que me ayudara a corregirme. Reconocer que estaba equivocado, es reconocer que hoy se sabe un poco más que ayer.

   De cualquier libro, por malo que sea, se aprende algo. Por eso, en cualquier caso, no hay que olvidar la importancia de la lectura.

sábado, 1 de septiembre de 2012

Cuestión de educación.


Familia de India.
    Hay muchas actitudes que se aprenden siendo niño y no se olvidan nunca. La mayoría de ellas se extraen, sin ni siquiera saberlo, del entorno, de la familia, de la sociedad. Nuestros hijos aprenden de lo que les decimos, aprenden más de lo que hacemos y, sobre todo, aprenden de lo que somos. De nada sirve decirle al niño que no tire el papel al suelo si constantemente ve a su alrededor adultos tirarlos sin reparos.

    Quien haya viajado un poco fuera de las fronteras del país que le vio nacer se habrá dado cuanta de cuán diferentes somos. Pondré tres ejemplos vividos en primera persona.

    El primero de ellos lo vi en Noruega. Cuando circulábamos por el interior del país, me sorprendió ver pequeñas mesas con cestas llenas de fresas. Tenían escrito el precio en un cartón y nadie las vigilaba, estando las casas más cercanas lo suficientemente alejadas como para no poder hacer nada si el que detenía su coche junto al puesto se marchaba sin pagar. Pues aunque para un ciudadano de cultura mediterránea sea difícil de entender, allí estaban no sólo las fresas, sino la cajita con el dinero depositado por otros que pasaron por allí antes que yo, cogieron sus fresas y pagaron éticamente.

    El segundo fue a las afueras de Amsterdam. Desde la ventanilla del autobús que nos llevó a Voldam, pude ver casas preciosas con su jardín perfectamente cuidado, sus mesas y sillas de madera, su plantas y demás mobiliario y sus vallas que lo rodeaban de … ¡¡ unos 40 ó 50 centímetros de altura !!. Y allí estaban. ¿Alguien se imagina cuánto duraría todo eso en cualquiera de las urbanizaciones de las afueras de, por ejemplo, Madrid?.

    Y el tercero, y sin duda el que más me ha marcado, lo viví en India, en la región del Rajastan. Alquilamos un coche con conductor y eso tiene la ventaja de poder parar cuándo y dónde te apetezca. Vimos una familia trabajando en el campo, la familia de la foto que ilustra esta entrada, y le pedí parar porque tenía curiosidad por ver que llevaban para comer en unos curiosos recipientes parecidos a los termos que utilizamos en España para mantener la comida fría o caliente. Estaban los padres y dos niños. El conductor nos servía de intérprete y nos dijeron que trabajaban casi de sol a sol. Les pedimos por favor si nos podían enseñar que llevaban en ese recipiente y nos enseñaron su comida para todo el día. Eran unas pocas legumbres y unas chapatis, una especie de tortas de pan muy finas muy comunes por toda aquella zona. Nos sorprendió mucho ver lo poco que tenían para pasar el día bajo un sol inclemente y una humedad altísima que hacía mucho más penoso su trabajo. Pero aún más nos sorprendió lo que ocurrió después. Tras darles las gracias por su explicación y despedirnos, nos dirigimos al coche y oímos que nos llamaban y dijeron algo que, lógicamente, no entendimos. Cuando nos lo tradujo el conductor, nos quedamos de piedra. Estaban sorprendidos porque pensaban que nos íbamos a quedar con ellos, y estaban dispuestos a compartir lo poquísimo que tenían (a ojos de un occidental), con nosotros. En su cultura, la hospitalidad está por encima de todo. Incluso por encima del hambre.

    Todas estas actitudes estoy seguro que se graban a fuego en la infancia. Por supuesto, hay excepciones como para todo en la vida, pero si se aprendieron siendo joven, uno se las lleva consigo a la tumba. Y, de igual manera, si no se aprendieron, costará mucho más hacerlas de manera natural. Y eso es lo que preocupa y entristece al mirar la sociedad en la que vivimos. La mayoría de la gente parece crispada. Es curioso ver como mucha gente se ha olvidado de pensar por su cuenta y se limitan a colocarse en un bando y a seguir a su líder pase lo que pase y diga lo que diga. Y da igual que se trate de fútbol, política, religión o cualquier otro aspecto de la vida.

    Si se publica un comentario de algún personaje notorio en la prensa, la gente lo primero que mira es quién lo ha dicho para saber si está a favor o en contra. Lo que dijera, importa menos. Si quién lo dijo es de su lado, está de acuerdo, faltaría más. Y si lo dijo el de enfrente, no podrá estar más en desacuerdo. Por supuesto, de fútbol ni hablamos. Tiene que haber una patada que le produzca una fractura abierta de tibia y peroné al contrario para que el forofo admita que cabe cierta duda en si fue penalti o no. Aunque, por supuesto, muy claro no quedó.

    Y cada vez estoy más convencido de que todo esto se debe a que de pequeños no se les enseñó a pensar lo suficiente por su cuenta. Se sustituyen las tertulias familiares en la cena por la mirada hipnotizada al televisor. Los juegos con los amigos al enganche a la consola. Los libros por los juegos de ordenador. Los documentales educativos por las tertulias de telebasura en la que la educación brilla por su ausencia y gana el que más grita. Es el triunfo de la mala educación que se traslada al resto de la vida. Tristemente, en cualquier reunión mal moderada, ganará el que más grite, más interrumpa y más mala educación demuestre. Al educado, no acostumbrado a eso, le hará imposible exponer sus ideas interrumpiéndole constantemente, y el resto de la audiencia, no se atreverá a opinar por miedo a ser el nuevo objetivo del violento. Y eso sí, nunca discutas con una persona de mala educación, porque te hará descender a su nivel y ahí te ganará por experiencia. Eso supongo que todos lo hemos vivido alguna vez. Desgraciadamente, vivimos en una sociedad en la que tu vecino te dice sin ninguna vergüenza que cobra parte de su sueldo “en negro” o que él siempre que puede no pide factura y se ahorra impuestos. Hace tiempo me dijeron que el español es el único que si le cobran de menos en la comida, no sólo no dice nada sino que encima al día siguiente presume de ello en el trabajo. El problema es que todo lo que esa gente deja de pagar, lo tienen que pagar los “educados”.

    Por eso se tendría que dar mucho más valor a la educación en valores en la infancia. Y no sólo en el colegio, sino también en cada casa, en cada familia o en los medios de comunicación. En definitiva, en toda la sociedad.
   
    Apaguemos la televisión. Volvamos a charlar en familia y a preguntarnos cómo nos fue el día. Volvamos a salir al campo e incitémosles a inventarse sus propios juegos. Volvamos a disfrutar con la lectura de un buen libro y ellos nos imitarán. Porque cómo sean en el futuro nuestros jóvenes dependerá de lo que hayan aprendido en su niñez. Y cuando veamos lo que cuesta dar esa buena educación a nuestros hijos, nos daremos cuenta de la deuda que tenemos pendiente con nuestros padres.

    Cuestión de educación.

viernes, 31 de agosto de 2012

¿Tanto nos cuesta?.


Arco iris en Noruega.
   Este artículo está escrito el 17 de junio de 2011. Ese día, la extensión de hielo en el Ártico descendió por primera vez en el año de los 10 millones de kilómetros cuadrados. Es la menor extensión en esta fecha desde que se tienen registros fiables, batiendo el registro del año pasado. Este valor absoluto por sí solo puede que no nos diga nada, pero si decimos que es más de 1,2 millones de kilómetros cuadrados por debajo de la media, ya nos dice algo más. Y si pensamos que ese área de hielo perdida equivale a, por ejemplo, más que la extensión de España y Francia juntas, algo menos de la mitad de la de Argentina o casi la de todo Perú, quizá nos hagamos una idea mejor. El dato a estas alturas del año no implica que se bata el récord de extensión mínima de la banquisa ártica, que se suele dar a primeros de septiembre, pero nos puede dar una idea de cómo se va comportar. Hace unos años, la pérdida de hielo en el Ártico se compensaba en parte con la ganancia en La Antártida, pero eso ya hace tiempo que tampoco se produce, y en el último año el área total de hielo ha estado casi siempre más de 1 millón de kilómetros cuadrados por debajo de la media.

   Hace unos días, la Agencia Española de Meteorología (AEMET), publicó una nota de prensa indicando que “el mes de mayo ha sido muy cálido a extremadamente cálido en toda España, con una temperatura media mensual de 2,9 ºC por encima del valor medio del mes”. El 9 de mayo publicó otra en la que decía que “el mes de abril ha resultado extraordinariamente cálido en prácticamente toda España, con una temperatura media de 3,9 ºC por encima del valor medio del mes, lo que le sitúa en el abril más cálido de toda la serie histórica”. El 24 de marzo dijo que “entre 1971-2000 y 1981-2010 la temperatura se incrementó 0,46º C en España, más del doble que la observada entre los dos períodos de referencia anteriores, 1961-1990 y 1971-2000, que fue de 0,22º C.”. El 5 de abril de 2011 la Organización Meteorológica Mundial (OMM) dijo que “el agotamiento de la capa de ozono -escudo que protege la vida en la Tierra de niveles nocivos de radiación ultravioleta- ha alcanzado un nivel sin precedentes en el Ártico esta primavera debido a la constante presencia en la atmósfera de sustancias que agotan la capa de ozono y a las temperaturas sumamente frías de la estratosfera durante el invierno.”

   Puede que no sean más que datos anecdóticos. Puede que no sea más que una tendencia que se dé la vuelta en los próximos años. Puede que todo sea debido a una mayor actividad solar y que poco podemos hacer para frenarlo. Pero también puede ser que no.

El problema que plantea todo lo relacionado con el posible cambio climático, es que se ha politizado en exceso, y eso conlleva que la mayoría de la población se posiciona en uno u otro bando en función de la “posición oficial” de “su” grupo político. Parece que un segmento se ha apropiado de la lucha contra él y el otro se encarga de negar sus posibles efectos e incluso de ridiculizar a los primeros, alegando que, pese al que el clima esté cambiando, ello no es más que un período normal dentro de la variabilidad histórica del clima. Un tercer grupo, el que niega que ese cambio se esté produciendo, actualmente está prácticamente desaparecido.

Entonces, puede ser que exista el cambio climático y vayamos a un calentamiento global de efectos de sobra conocidos. O puede ser que sea un período normal de temperaturas más altas que no provoque efectos negativos en la población.

   Lo que no comparto es esa actitud de algunas personas de no sólo comportarse de manera irresponsable con el medio ambiente, sino además de presumir de ello. De pasar calor en invierno y frío en verano dentro de su casa. De conducir coches que queman el doble de gasolina que otros para estar igual que los demás metido en el atasco. De tener que aparentar constantemente delante de los demás que gastan más que nadie porque pueden permitírselo. De decir (y, lo que es peor, de pensar) que eso de ahorrar es de pobres.

   En cualquier caso, ¿qué nos cuesta dejar a un lado los alineamientos políticos, enfrentamientos y críticas a los demás por y para todo?. Y una vez conseguido, ¿qué nos cuesta variar algunos de nuestros hábitos y asumir ciertas prácticas que sabemos que vienen bien para el Medio Ambiente?. ¿Qué nos cuesta cerrar el grifo cuando nos lavamos los dientes?. ¿Qué nos cuesta apagar las luces al salir de una habitación?. ¿Qué nos cuesta subir de vez en cuando por la escalera en lugar de usar el ascensor, o ir andando en lugar de en coche a todos los sitios? (esto, además, mejoraría nuestra salud). ¿Qué nos cuesta tener la calefacción un poco más baja en invierno y sacarle más partido a esos jerséis que tenemos en el armario?. ¿Qué nos cuesta ir sin corbata y con manga corta a trabajar y no tener tan fuerte el aire acondicionado?. ¿Qué nos cuesta Reclicar, Reducir, Reutilizar?. ¿Qué nos cuesta legislar de acuerdo a políticas más medioambientalmente sostenibles?.

   ¿Tanto nos cuesta?.



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jueves, 30 de agosto de 2012

Nos faltan Generales.


Publio Cornelio Escipión, Africanus.
   A menudo se escucha a empresarios, ejecutivos, directivos y demás personas que gestionan recursos humanos, culpar de los malos resultados de su empresa o grupo a aquellos que trabajan a su cargo.

    Hace mucho tiempo vivió un General romano llamado Publio Cornelio Escipión, “Africanus”, cuya vida transcurrió siempre paralela a la de otro gran General, en este caso cartaginés, llamado Aníbal Barca. Aníbal acosó durante mucho tiempo a una Roma que temblaba solo de oír su nombre. Parecía que el final del Imperio era inminente, que sería sólo cuestión de esperar para verla caer como una fruta madura. Pero apareció un joven oficial, descendiente de generales y cónsules, que hizo cambiar la historia. Formó parte de las legiones que cayeron derrotadas ante Aníbal en la batalla de Cannae, pero se repuso del golpe y empezó a forjar su leyenda en Hispania, donde, al frente de sus legiones, y sabiendo delegar en sus mandos, entre ellos el gran Cayo Lelio, derrotó a los hermanos de Aníbal y conquistó la, para muchos, inexpugnable Cartago Nova y buena parte de la península ibérica. Añadió a sus grandes dotes militares las políticas, pactando con las tribus hispanas como forma de conseguir aliados en lugar de esclavos, demostrando que muchas batallas se ganan sin necesidad de combatir. No satisfecho con eso, propuso al Senado derrotar a Aníbal en su propia tierra, en África. Como suele ocurrir cuando alguien empieza a eclipsar a los que ostentan el poder, no contó con el apoyo político, y “sólo” le concedieron el mando de los derrotados en Cannae, la V y VI legión, las “Legiones malditas”, viejos legionarios condenados al exilio por su humillante huida ante el gran General cartaginés. Se encontró con un grupo de hombres hundidos, desentrenados, más ladrones que guerreros, sin ningún tipo de disciplina ni motivación. Pero él se encargó de devolverles su autoestima. Los entrenó físicamente, militarmente, en cuerpo pero también en alma. Cultivó sus músculos pero sin descuidar sus mentes, descubriéndoles incluso a muchos de ellos el noble arte del teatro. Y con ese grupo de hombres fue capaz de cruzar el Mediterráneo, vencer a ejércitos más numerosos, hacer regresar a Aníbal de tierras italianas e incluso de derrotarle en la histórica batalla de Zama.

   Si un hombre fue capaz de devolver a la vida a legionarios olvidados y proscritos hasta el punto de no temer una carga de elefantes al mando del gran General cartaginés, significa que no existen hombres inválidos, sino generales incompetentes.

   En el mundo nos enfrentamos a una gran crisis alimentada por diversas crisis más pequeñas: económicas, religiosas, humanas, de valores. Es fácil culpar a la tropa, pero no creo que falten brazos ni piernas dispuestas a enfrentarse a ellas con valor y disciplina. No creo que todo este potencial no pueda ser bien aprovechado y orientado en la dirección correcta. Lo que creo que falta en España, en Europa, en el Mundo entero, son Generales (con mayúscula), capaces de formarles, de motivarles, de guiarles hacia un objetivo bien determinado. Alguien capaz de explicarle a un cantero que no está picando piedra para la pared que tiene delante, sino construyendo una Catedral para el futuro. Capaces de mirar más allá de las próximas elecciones o consejo de administración. Auténticos estadistas capaces de planificar con visión de futuro y no sólo con impulsos. Las batallas se ganan con el corazón, pero las guerras se ganan con la cabeza.

   Nos faltan Generales.